30 de junio de 2009

• Las drogas y Calderón

No cabe la menor duda que el “presidente” Felipe Calderón Hinojosa más que un creyente es un pobre fanático que no entiende lo que pasa en el mundo, en México y en ninguna parte, al afirmar que los jóvenes que se drogan es “porque no creen en dios”, no sólo exagera como dijo el Obispo de Ciudad Victoria, Antonio González Sánchez, sino que comete un grave error que refleja la deformada percepción que tiene del problema.
En países como China, Vietnam, Cuba, Rusia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Australia y muchos otros, la inmensa mayoría de la gente no cree en dios, salvo un pequeño porcentaje de personas muy adultas que por cualquier motivo no tuvieron acceso a la educación superior; el problema de la drogadicción es prácticamente nulo.
En cambio, en Estados Unidos, México y Colombia, por ejemplo, donde desde el presidente hasta el más desconocido de los ciudadanos se dice cristiano en alguna de sus denominaciones: católico, evangélico, testigo de Jehova, mormón, etc., el índice de drogadicción alcanza cifras alarmantes. En estos países, tanto adictos como narcotraficantes en su inmensa mayoría creen en dios e incluso los primeros creen verlo u oírlo bajo los efectos de la droga de su predilección, y los segundos entregan grandes cantidades a sus respectivas iglesias para la propagación del culto a su dios.
De modo que habrá que recordarle a Calderón que para creer en dios, no se requiere ningún esfuerzo, estudio ni trabajo, basta tener fe; en cambio para no creer es necesario responder de manera racional y objetiva todos los problemas que la vida nos plantea y eso si requiere esfuerzo, estudio y trabajo. No es casual que los científicos y los intelectuales serios sean ateos y mucho más morales y humanos que cualquier creyente.

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